ALFONSINISMO TARDÍO

Por Eduardo Rivas – Finalmente el martes pasado Argentina tuvo un nuevo traspaso presidencial cuando Mauricio Macri le colocó la banda y le entregó el bastón de mando al nuevo primer mandatario Alberto Fernández.

En un discurso que llama a la concordia y la unión de los argentinos Fernández buscó situarse distante de la experiencia peronista previa, y tras un detallado repaso de la gestión que lo antecedió, convocó una y otra vez al diálogo.

Es sin dudas un paso adelante respecto a cómo gobernaron cuatro años atrás, pero resulta un tanto inverosímil, puesto que lo que hoy se anuncia como ejes centrales del nuevo gobierno no fueron abordados por Fernández, siquiera de manera tangencial, cuando fue Jefe de Gabinete ni su compañera de fórmula cuando fue Presidente de la República por ocho años, por lo demás, ojalá lo pueda llevar a la práctica porque sería mejor para todos…

Pero debemos reconocer que cuesta entender como, quienes hicieron gala del uso de los gastos reservados de la entonces Secretaría de Inteligencia, sean los mismos que ahora quiten dichos gastos… ¿qué ocurrió entre 2015 y 2019 que ahora es malo lo que antes era bueno?

Como también cuesta creer como logrará un Nuevo Contrato de Ciudadanía Social que incluya a quienes, precisamente, no creen en el establecimiento de un nuevo Contrato y están acostumbrados a exigir el cumplimiento de sus deseos. ¿Será que los beligerantes sindicatos que exigían bonos e ingentes aumentos de haberes en cada negociación de los convenios colectivos mutarán repentinamente en solidarios y estarán dispuestos a poner el hombro en lugar de sacar tajada?

Y curiosamente, una vez más, citó a Alfonsín, incluso con errores históricos. Lo hizo al comienzo de su alocución al afirmar que ‘Raúl Alfonsín asumía la Presidencia, nos abría una puerta hacia el respeto a la pluralidad de ideas y nos devolvía la institucionalidad que habíamos perdido’, en rigor de verdad y para que la reivindicación fuera sincera y no oportunista, debiera haber dicho que Alfonsín lo logró pese a la oposición de gran parte del actual partido de gobierno. También recurrió a Alfonsín, de manera elíptica, al mencionar que ‘Vamos a robustecer el MERCOSUR y la integración regional, en continuidad con el proceso iniciado en 1983, cayendo en un grosero error histórico puesto que la integración regional se cimenta sobre la democracia y treinta y seis años atrás, la única democracia del cono sur era Argentina. Y finalmente lo citó hacia el final cuando sostuvo que ‘Cuando mi mandato concluya, la democracia argentina estará cumpliendo 40 años de vigencia ininterrumpida. Ese día quisiera poder demostrar que Raúl Alfonsín tenía razón. Espero que entre todos podamos demostrar que con la democracia se cura, se educa y se come’.

No es cuestión de citar frases de Alfonsín, sino de copiar sus prácticas.

En los últimos tiempos el peronismo se contagió de un alfonsinismo tardío, pero que solo se expone en dichos y no en hechos. Alfonsín dio discursos, Alfonsín puso sus acciones en palabras. Sería oportuno que aprendieran de Alfonsín en serio.

Ser el Presidente de la unidad de todos los argentinos, tal como lo presentó la locutora oficial, la misma que años atrás demandara al Estado administrado por la hoy vicepresidente por hacerla trabajar sin pagarle, y simultáneamente cantar la marcha peronista en el Congreso, no es un buen comienzo… así no actuaba Alfonsín.