Enorme gesto: dejó su casa en Buenos Aires para instalarse en una comunidad guaraní de Salta y tratar la desnutrición infantil

Diego Bustamante tiene 34 años y en el 2015 fundó la asociación civil Pata Pila en Salta, con el principal objetivo de tratar la mal nutrición y desnutrición infantil. Desde su adolescencia recorrió distintas provincias del país en misiones franciscanas, conociendo a personas que vivían en contextos vulnerables y cargados de problemáticas sociales, muy distintas a las suyas, entre ellas la falta o mala alimentación de miles de chicos.

Luego de trabajar durante todo el 2014 como director de una ONG en Santiago del Estero, decidió mudarse a Salta, para instalarse dentro de la comunidad guaraní de Yacuy, que ya había visitado en una misión. De esta forma, comenzó su propia organización social para ayudar a solucionar la falta o la mala alimentación de los chicos de la zona. “La mejor forma de entender una problemática es vivirla día a día. De esa forma, te involucrás con la situación y buscás la mejor forma de solucionarla”, comenta Bustamante.


 

Dentro de la comunidad tienen instalada su oficina principal, donde trabajan junto a 30 profesionales y voluntarios de diversas profesiones: pediatras, médicos, técnicos agropecuarios y capacitadores, entre otros.

Bustamante cree que la desigualdad en el país no se explica solamente en las diferencias socio económicas de las personas. “Es una cuestión de acceder a las oportunidades y poder tomar elecciones. Mucha gente vive rodeada de un contexto de vulnerabilidad simplemente porque el Estado no le da otra opción”, afirma.


Actualmente acompañan a más de 20 comunidades de las regiones del norte de la provincia, como Tartagal, Dragones y Santa Victoria Este, a través de distintos programas. Han atendido a alrededor de 400 familias en situación de riesgo nutricional con un equipo interdisciplinario de 30 personas que incluye nutricionistas, médicos, pediatras y trabajadores sociales, entre otras especialidades.

El objetivo de la asociación de este año es ampliar su programa de padrinos, para poder continuar costeando sus actividades. En este momento cuentan con 180 padrinos que todos los meses donan entre 200 a 500 pesos. “Yo creo que estamos llamados a ser más humanos. Eso significa estar más pendiente al otro, tener empatía y ser solidario. Somos muy capaces de generar cosas buenas para que otra persona sea feliz”, concluye.