TENIENTE HERNÁN ROBERTO CALDERÓN: El zarateño que enseñó riesgosas misiones que pusieron en jaque a los ingleses

El joven teniente zarateño fue quien enseñó a los pilotos de los aviones Pucará en plena batalla contra la flota inglesa, a sobrevolar rasantes sobre las aguas para no ser detectados por los radares y así acertar los misiles en las embarcaciones piratas. Vaya a su memoria, este relato de su primo, Carlos Fernández Ghafare, quien relata las hazañas que vivió asumiendo riesgos inimaginables en las Islas Malvinas Argentinas.

 

A pocas horas de haberse conmemorado los 37 años de la Gesta de Malvinas, hoy con mucho penar, recordaremos al Tte. Hernán Roberto CALDERÓN (Halcón), quien volvió de Malvinas luego de actos de valentía en el frente de batalla, pero que fallecería el 24/03/83 y al poco tiempo (menos de un año) de su regreso de Malvinas, en un accidente operacional realizado en la ciudad de Reconquista (su destino post Malvinas) ubicada al nordeste de la provincia de Santa Fe, desde donde opera la III Brigada Aérea, una unidad de la Fuerza Aérea Argentina.

El teniente nacido en Zárate, Hernán Roberto Calderón, fue hijo de Hernán Raúl Calderón (Titín) y Doña Palmira Carolina Gaite (Ñata), ambos ya fallecidos. Hernán tuvo una hermana llamada Viviana Edith Calderón (profesora fallecida hace 2 años) y nieto de Doña Adela Gaite (suegra de la profesora Aída Gaite). Cabe destacar que la familia Calderón fue vecina de nuestra ciudad de Zárate, que vivían en la calle Sáenz Peña 379 de Villa Fox, acá muy próximos a las instalaciones del Club Atlético Defensores Unidos de Zárate y de EL DEBATE.

RELATO DEL PRIMO ZARATEÑO

Cuenta Carlos rememorando el heroico desempeño el Escuadrón a cargo del Teniente HERNÁN ROBERTO CALDERÓN, los que lamentablemente están olvidados en su anonimato, como otros de nuestros Grandes Héroes Nacionales que nos comparte “una anécdota personal que me hizo comprender cuántos de estos jóvenes Héroes Nacionales han demostrado su idoneidad profesional e increíble valentía, entregando su vida por resguardar la Soberanía Argentina en el conflicto del Atlántico Sur”.

Quiero -dice Ghafare- contarles que años atrás, fuimos cuatro amigos zarateños invitados por la Agrupación Veteranos de Rugby, junto a la Unión de Rugby de Buenos Aires a un encuentro extraordinario que se realizó en el Club Atlético del Rosario, y al que asistieron los principales clubes de todo el país, allí ocurre la anécdota que involucra a mi primo.

“Al momento del brindis -relata-, cada uno debía expresar un motivo y más allá de no ser una fecha próxima o un momento relacionado al tema, levanté mi copa y brindé por los Chicos que cuidan a las Islas Malvinas y también por los que volvieron… Claro, no era un motivo que se encuadre en este tipo de eventos, pero hubo un silencio de 5 segundos aproximadamente para luego escuchar los gritos de todos los que estamos allí, celebrando por la misma emoción…”


Por cierto -amplía-, muchos de nosotros desconocíamos a los rugbiers veteranos que teníamos a nuestros lados, pero de inmediato se acercó uno de ellos para saludarme con un abrazo como si nos conociéramos de antes, me invita a realizar un nuevo brindis… y, me pregunta: ¿Tuviste amigos o familiares en Malvinas? y le respondí: Sí, claro, a mi primo el teniente Hernán Calderón, en la FAA y a cargo del Escuadrón Aeromóvil Pucará, muy emocionado me comenta: “¡¡¿Sabés que Hernán fue mi jefe y que al poco tiempo se transformó en uno de mis mejores amigos!!!? ¡¡¿Sabés que Hernán nos enseñó a volar a escasos metros del agua para no ser detectados por los sistemas antiaéreos británicos??? Nos enseñó a volar chupados al agua hasta llegar a los buques británicos y al estar próximos a ellos, lograr despegarnos del agua, como queriendo llegar al cielo, largándoles todo nuestro armamento sobre las plataformas de sus buques, que en algunas ocasiones les volaban en pedazos y en otras tantas oportunidades, veíamos que nuestros misiles ni siquiera explotaban, aunque al salir de estas instancias y sin demasiado combustible, sentíamos la necesidad de volverlos a visitar casi con ganas de estrellarnos contra ellos…”

 

“Y este Rugbier -agrega Carlos- continuó su relato diciendo que mi primo también les había enseñado una estrategia de combate, que en primera instancia y a todos sus compañeros del Escuadrón, les sonaba como imposible y hasta casi suicida, aunque sabiendo que los aeródromos más cercanos a las islas estaban a 400 millas marinas de las islas y que los aviones Dagger sólo podían permanecer dos o tres minutos en la zona de objetivo y que los Mirage IIIEA sólo podían llegar a la vertical de las islas sin poder descender, daba clara evidencia que ninguno de los dos aviones mencionados poseían capacidad de reabastecimiento en vuelo (REV).

En tanto, los aviones A-4B y A-4C Skyhawk precisaron del reabastecimiento REV para tener más posibilidades de llegar al objetivo, atacar por la retaguardia y regresar al continente. Sumado a esto, sólo existían dos aviones reabastecedores y ante cualquier problema en el reabastecimiento los pilotos sólo podían abortar, aunque siguiendo las indicaciones de Tte. al mando, e intentando confundir a los ingleses que aguardaban por el frente la llegada de la FAA Argentina, los ingleses eran sorprendidos con las bajas más importantes de todo el conflicto…”

LA HAZAÑA DE LAS FAA

Como era sabido desde un comienzo, la Fuerza Aérea Argentina —FAA— no estaba preparada para una batalla aeronaval contra el Reino Unido, pues no tenían los aviones apropiados y tampoco suponían que sus pilotos tenían el adiestramiento adecuado para ese tipo de luchas.

Las unidades de combate de la FAA tenían la ventaja de operar desde bases en tierra. No obstante, para ejercer una superioridad aérea, fueron importantes las armas que podían usarse contra los objetivos, las cuales serían afectadas en función del tiempo de permanencia en la zona del objetivo. Esto dependía de cantidad de aviones, autonomía de vuelo, número de salidas que podía realizar cada avión por día y armas que portaban.

Los aviones británicos tenían la ventaja de operar relativamente más cerca que los argentinos, pues disponían de portaaviones estacionados entre 90 y 120 millas marinas de la zona de objetivos. Por lo tanto, podían realizar más salidas y estar más tiempo en la susodicha zona, entre 20 y 30 minutos.


La situación táctica fue más favorable a Argentina pues podía elegir el lugar, momento y procedimiento que más le conviniera para obtener el mayor grado de sorpresa y efectividad. Los británicos debían montar guardia, lo que era muy desgastante y llegó a constituir una deficiencia en la Fuerza de Tareas británica. Los aviones de alerta temprana británicos no podían ser alojados en los portaaviones.


El armamento era inadecuado para usarlo contra buques. Este problema se intentó solucionar variando los tiempos de armado de las espoletas y retardos. La falta de conocimiento sobre el tema y ensayos hizo que los cambios no dieran el resultado esperado. Finalmente, con armas aptas provistas por el fabricante y bien analizadas, dieron resultados satisfactorios pero con un gran porcentaje de fallas.

Así rendimos Honores a los Héroes de la Guerra, a los Veteranos y los Caídos en Malvinas.