Uveítis: una enfermedad poco frecuente pero que afecta notablemente la calidad de vida

Publicamos este material sobre una enfermedad poco conocida, pero que afecta notablemente la calidad de vida de quienes la padecen; la uveítis. Se trata de una enfermedad poco frecuente infecciosa o autoinmune que según los especialistas, podría ser la causante del 30% de los casos de pacientes con ceguera. Esta enfermedad, que consiste en la inflamación de la parte interna del ojo y causa malestar y afecta la calidad de vida del paciente, tiene mayor incidencia en adultos jóvenes de entre 20 y 60 años, lo que repercute no sólo a nivel emocional, sino también económico, ya que en algunos casos es causante de baja en la productividad y un retiro anticipado. Si bien la uveítis puede ser tratada, generalmente es diagnosticada tardíamente porque los pacientes suelen confundir sus síntomas con otras afecciones como la conjuntivitis.

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Uveítis, una enfermedad poco conocida que es responsable de hasta el 30% de los casos de ceguera en el mundo, explican los dos profesionales especialistas en el tema, los Dres. Cristóbal Couto, Jefe de la sección Uveítis del Hospital de Clínicas José de San Martin y Miembro del Grupo Argentino de Uveítis (GAU) y Pablo Franco, Médico del Servicio de Uveítis del Hospital Oftalmológico Santa Lucía y Miembro del Grupo Argentino de Uveítis (GAU).

Entrando en tema explican que “se trata de una enfermedad poco frecuente infecciosa o autoinmune que afecta la visión y puede causar, si no es tratada a tiempo, complicaciones como cataratas, glaucoma  y desprendimiento de retina, entre otras. Se estima que la incidencia es entre 20 y 50 por cada 100 mil habitantes. Afecta principalmente a adultos jóvenes de 20 – 60 años y tiene un alto impacto socioeconómico. Las mujeres la presentan más que los hombres”.

DETALLES DEL INFORME

La uveítis es una inflamación de la parte interna del ojo que causa malestar y dolor en el paciente. Existen dos grandes grupos: las uveítis infecciosas y las autoinmunes (o no infecciosas). Las primeras son difíciles de diagnosticar pero su tratamiento es más rápido. Las autoinmunes son más complejas a la hora de tratarlas y pueden volverse crónicas. Dependiendo de a qué parte interna del ojo afecte se subdividen en: anterior, intermedia, posterior y panuveítis. Si no es diagnosticada y tratada a tiempo, puede generar complicaciones como cataratas, glaucoma, desprendimiento de retina, atrofias del nervio óptico e incluso ceguera. Por eso, es de vital importancia el reconocimiento de los principales síntomas, para llegar a la consulta y a un tratamiento precoz.

A nivel global, entre 20 y 50 personas en el mundo por cada 100 mil habitantes tienen uveítis. Si bien no existe un registro que certifique la cantidad de afectados en nuestro país, si se extrapolan estos datos globales serían cerca de 20 mil personas.  “En Argentina no existen estudios sobre incidencia y prevalencia de la enfermedad. Es difícil realizar este tipo de estudios, en todo el mundo hay solo tres estudios de este tipo, dos en Estados Unidos y uno en Finlandia” enuncia el Dr. Cristóbal Couto, Jefe de la sección Uveítis del Hospital de Clínicas José de San Martin y Miembro del Grupo Argentino de Uveítis (GAU). “El Grupo Argentino de Uveítis, del cual formo parte, está trabajando en este sentido. Uno de nuestros objetivos es realizar un estudio multicentrico epidemiológico de las uveítis en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores”.

Entre los principales síntomas se encuentran la “disminución de la visión, ojo rojo, fotofobia, visión de flotadores o neblinas en el ojo, y dolor en el globo ocular” enumera el Dr. Pablo Franco, Médico del Servicio de Uveítis del Hospital Oftalmológico Santa Lucía y Miembro del Grupo Argentino de Uveítis (GAU). Por su parte, el Dr. Couto añade: “Las dolencias de los pacientes con uveítis son variadas. Además de los síntomas oculares  mencionados por el Dr. Franco, debemos destacar síntomas no oculares como cefaleas, mareos, disminución de la audición, zumbido de oídos que pueden estar presentes en algunas entidades clínicas de uveítis, como la enfermedad de Vogt-Koyanagi-Harada”.

Pese a que las molestias del ojo son fácilmente reconocibles,  la consulta a veces no es inmediata, lo que retarda el inicio del tratamiento cuando la inflamación ya está avanzada. “Lo que sucede muchas veces es que si bien el paciente reconoce el malestar tarda en ir a la consulta con el profesional médico. Incluso, muchos acuden a un médico generalista, que lógicamente no está entrenado en esta patología, motivo por el cual el diagnóstico y tratamiento puede demorar su inicio” agrega el Dr. Franco. “A veces se llega tarde a la consulta porque los síntomas pueden confundirse con otras molestias como ojo seco, conjuntivitis, o mismo cansancio y dolor de cabeza después de un día de trabajo”  sintetiza.

En este sentido es importante el rol del paciente. “Que la gente conozca los síntomas va ayudar a que cuando sientan alguna de estas molestias sepan que, más allá de la visita al médico clínico, debe consultar con un médico oftalmólogo, quien a su vez lo derivará con un especialista en uveítis” comenta el Dr. Franco. “Si el paciente estuviera lo suficientemente informado podría acudir precozmente a la consulta y si es acompañado por su entorno, resulta más fácil mantener el tratamiento en el tiempo” agrega el Dr. Couto.

Su impacto emocional y económico

Además de las molestias y dolores que causa la uveítis, la misma afecta notablemente la calidad de vida del paciente. “Al producirse una disminución de la visión por la propia inflamación y por sus complicaciones, el paciente puede ver afectada su calidad de vida, lo que alterará en el caso de un adulto sus responsabilidades llevando a un cuadro de angustia”, detalla Couto.

 

La falla o retardo en el diagnóstico, tratamiento y controles insuficientes son una causa importante de discapacidad visual y ceguera potencial. Como consecuencia, el paciente puede presentar complicaciones como: glaucoma, cataratas, desprendimiento de retina, edema macular y membrana neovascular, las cales llevarán  a una pérdida de visión transitoria o permanente (ceguera). La pérdida de visión causada por la inflamación y/o por sus complicaciones, aumentará los costos de la enfermedad para el paciente, su obra social y el sistema de salud. Estos costos serán directos como, más medicación, más tiempo de tratamiento, cirugías, interconsultas con otros especialistas y costos indirectos como lucro cesante, disminución en la productividad, pérdida de habilidades y capacidades para conducir, leer y escribir. Esto puede causar en el individuo un retiro laboral anticipado.

Hay que tener en cuenta que la uveítis se presenta en una edad en la que los pacientes están en el período más activo de su vida profesional y laboral. Entre el 70 y 90% de los casos sucede entre los 20 y 60 años de edad, y en la mitad de los pacientes se inicia entre la tercera y cuarta década de la vida. “La uveítis es una enfermedad propia de los adultos jóvenes. Los inconvenientes que produce la enfermedad, su tratamiento y el seguimiento alteran la capacidad productiva de estos pacientes a tal punto que deben cambiar de empleo o a veces ausentarse de sus actividades por largos períodos” comenta Couto.

Prevención, pieza clave para el diagnóstico

Una vez que el paciente es diagnosticado iniciará el tratamiento. Es por eso que resulta importante llegar rápidamente a la consulta. En este sentido los especialistas afirman que existe un momento en el que si la persona es diagnosticada, tiene mejores probabilidades responder al tratamiento. Lo llaman  “ventana de oportunidad del tratamiento”, refiriéndose  a las dos o tres primeras semanas siguientes al inicio de la inflamación. “Es el momento inmediatamente posterior al inicio de la enfermedad, momento en el que aún no se sabe bien qué la produce. Si la persona es diagnosticada dentro de este período hay mejores posibilidades de tratarla y evitar complicaciones en el futuro” afirma el Dr. Franco, quien además agrega: “El éxito del tratamiento de la uveítis depende en gran medida del diagnóstico temprano y el inicio rápido del tratamiento. El tratamiento correcto, más allá de reducir molestias y dolores, evita la recurrencia y esto es fundamental ya que con cada recurrencia crecen las posibilidades de tener complicaciones”.

Afortunadamente la uveítis tiene tratamiento y en muchos casos se logran disminuir los síntomas y mejorar notablemente la calidad de vida del paciente. Si bien por el momento no existe una cura para esta enfermedad, existen nuevas opciones terapéuticas para acompañar a los pacientes.

“Los tratamientos biológicos actúan más específicamente y logra en un alto porcentaje disminuir la inflamación ocular” comenta el Dr. Franco, quien además agrega: “El objetivo del tratamiento siempre es mejorarle la calidad de vida al paciente, evitar o disminuir cuanto sea posible las molestias y controlar la salud del ojo a lo largo de los años. Trabajamos para acompañar a todos los pacientes, aún a aquellos que hayan logrado remisión de su uveítis, debiendo controlarse toda su vida”.

Independientemente de los avances en términos de tratamiento y diagnóstico, el Dr. Couto señala que existen aún algunas barreras que dificultan el diagnóstico y el tratamiento temprano: “Algunas de las barreras para llegar a un diagnóstico y tratamiento precoces pueden provenir del paciente, debido a la falta de información. Por otro lado, el médico juega un rol fundamental ya que dependerá de su diagnóstico el inicio del tratamiento adecuado según las necesidades de cada paciente”. De ahí la importancia de que el paciente sepa qué es la uveítis y cuáles son los principales síntomas.

La uveítis en primera persona: Stella Maris

“La primera consulta la realicé porque no veía bien de lejos, me dieron anteojos y no solo no mejoraba sino que de forma muy progresiva empecé a no ver. No llegué al diagnóstico hasta pasado más de un año del primer síntoma y recién ahí, consultando con un especialista en uveítis llegué al diagnóstico. Justamente por esto la enfermedad se agravó, por no recibir un diagnóstico rápido. Llegué a casi no ver nada, no veía mi cara en el espejo, veía un contorno”.

“Con el diagnóstico inicié el tratamiento pero al principio fue una etapa muy difícil, engordé 30 kilos por el uso de corticoides, estuve seis veces en el quirófano y lamentablemente no respondía, los médicos llegaron a decirme que había grandes posibilidades de perder la visión, de quedar ciega. “Afortunadamente hoy gracias al tratamiento correcto puedo vivir una vida completamente normal, estoy 10 puntos”

“Solamente el que no vio casi nada sabe lo que se siente, mi recomendación es que ante cualquier duda vayan inmediatamente al oftalmólogo y a un especialista, que pregunten, que consulten”.