Uyuni: no debemos perder de vista esta obra maestra hecha sólo con sal

Ubicado a la altura récord de 3.653 metros sobre el nivel del mar, en el suroeste boliviano, esta inmensa planicie de sal abarca 10.582 kilómetros cuadrados cubiertos en general por un intenso cielo azul matizado de nubes blancas que lo convierte en un escenario con aura de otro mundo. 

Seguramente por esta condición, el salar de Uyuni fue el sitio elegido para rodar una de las batallas principales de la última entrega de Star Wars (el episodio VIII, “Los últimos Jedi”) y que se podrá ver en Bolivia, Argentina y el resto de América latina a mediados de diciembre próximo.

Situado en una región semidesértica y de tierras volcánicas, a 200 kilómetros al suroeste de Potosí y a 560 de la capital La Paz, el salar tiene todo lo necesario para cautivar a sus visitantes. A medida que se penetra en el desierto de sal, y como espejismos brotando del suelo blanco, se divisan extrañas formaciones rocosas, “islas” de piedra y enormes cactus, y lagunas con diferentes tipos de minerales que colorean sus aguas de rojo, verde, amarillo y celeste.

Mientras que durante el invierno (de mayo a octubre) las partículas de sal forman figuras poligonales en la superficie compactada por el sol, en verano (noviembre a febrero), cuando se dan las lluvias y el salar presenta en su superficie una pequeña capa de agua, se produce un inigualable “efecto espejo” que replica en el suelo la imagen exacta del cielo y las nubes. Es posible mirarse, hacer muecas, posar y jugar en este espejo natural que muestra al suelo y al firmamento como dos caras de una misma cosa.

Por otra parte, cuando está nublado, se produce el efecto “white out”, un fenómeno óptico en el cual el horizonte se vuelve tan difuso que parece borrarse. Todo un desafío para la retina humana acostumbrada a escenarios cotidianos y previsibles.

Puerta de entrada

La ciudad de Uyuni cuenta con numerosos hostels y hoteles, agencias de viajes y restaurantes. Ubicado a solo 3 kilómetros de allí, se emplaza uno de sus principales atractivos: un cementerio de trenes formado por decenas de vagones y locomotoras a vapor que funcionaron a principios del siglo XX, una época en que Uyuni tuvo una importante actividad minera y ferroviaria.

No obstante, la puerta de ingreso al salar es Colchani o “Puerto Seco”, un minúsculo poblado situado en sus orillas y adonde se puede llegar desde Uyuni en camionetas, taxis, bicicletas o mediante una larga caminata.

Para adentrarse en el salar hay que estar dispuesto a apartarse del mundo exterior conocido ya que los días siguientes transcurrirán entre paisajes asombrosos y de aislamiento extremo donde coexisten climas que van de un lado al otro del termómetro.

Si bien hay tours de un solo día (que incluyen una visita a Colchani, un hotel de sal y un recorrido por una parte del salar), lo más recomendable, si se quiere tener una idea más acabada de esta maravilla natural, es contratar una excursión de 3 días y 2 noches que incluye todas las comidas y pernocte en alojamientos de pequeños parajes preparados para turistas.

“Oasis” de rocas y cactus

A 74 kilómetros de Colchani, y ya dentro del salar, se encuentra la llamada Isla Pescado o Isla Cujiri que exhibe un pintoresco paisaje rocoso. Allí, la superficie de granito y tierra orgánica dio lugar a un ecosistema único y desarrolló una especie de cactus gigante de casi seis metros de altura. Este “oasis”, que parece flotar en el descomunal mar de sal, es la única señal de vida en kilómetros a la redonda.

Durante la travesía por el salar de Uyuni, que se realiza a bordo de camionetas doble tracción que se van haciendo camino al andar, se accede a diferentes lagunas coloreadas por la acción de minerales como el boro y el azufre. En ellas conviven numerosas colonias de flamencos junto a gaviotas y gansos andinos en un entorno natural de volcanes que exhiben nieves eternas en sus cimas y una paleta de colores ocres que se derrama sobre sus faldas.

La reserva alberga extraordinarias lagunas de colores. La verde, llamada así por tener aguas de esa tonalidad debido a la presencia de sedimentos minerales de cobre, está ubicada hacia el límite con Chile y al pie del volcán Licancabur, a 4300 msnm. En tanto, la laguna colorada, que también debe su tono a los minerales, es el centro principal de anidación de las tres especies de flamencos de la zona (james, andino y chileno), cuyas algas y plancton activados por la radiación solar y el viento dan el color rosado característico de las patas y parte del plumaje de estas aves.

Las excursiones incluyen la visita a los asombrosos géiseres y pozos geotérmicos con ruidosas fumarolas de azufre ubicados a casi 5 mil metros de altura en medio de temperaturas muy bajas.

Durante el recorrido, en el que se pueden apreciar llamas y vicuñas -y con más suerte el suri o ñandú andino-, otro escenario de gran valor paisajístico es el salar de Chalviri, donde es posible tomar un baño en las Termas de Polques.

Se destaca también la Ciudad de Piedra, una obra maestra de caprichosas formas que el viento ha tallado en las rocas, y el pueblo Culpina K, a menos de dos horas de Uyuni, que conserva sus antiguas tradiciones e invita a los visitantes a descubrir la quinua (“el grano de oro”) y conectarse con la Madre Tierra.