EL EJEMPLO EXITISTA

Por Eduardo Rivas – Argentina salió campeón del campeonato mundial de fútbol masculino y la misma selección que hasta hace muy poco era criticada hoy es tomada de ejemplo. Lo curioso es que se toma de ejemplo por actitudes que los que la lavan no practican, que la propia sociedad no práctica.

Se valora el proyecto común, y sin embargo como sociedad buscamos imponer una idea por sobre las restantes.

Se valora como quienes quedaron en el camino siguen empujando y como sociedad hacemos a un lado a quienes quedan en el camino.

Se valora que un entrenador sin experiencia haya llevado adelante su idea pese a todo y a todos, pero como sociedad no le damos oportunidades a quienes vienen a romper el status quo.

Se valora que lo colectivo prime por sobre la acumulación de las individualidades y como sociedad no logramos articular algo que nos nuclee.

Los mismos que hoy hablan de trabajo en equipo y a largo plazo son los que en su proceder cotidiano privilegian el individualismo y el resultadismo cortoplacista.

¿Por qué la selección hoy es un ejemplo? Porque ganó. Porque si no lo hubiese hecho no se hubiese celebrado el ser el segundo del mundo, porque la mayoría de la sociedad cree, como dijera Ayrton Senna ‘el segundo es el primero de los perdedores’ o como dijera Carlos Bilardo ‘el segundo (puesto) es el mejor de los perdedores’. El propio Scaloni había mencionado antes de la final que lo importante era el proceso desarrollado y no el resultado final, aunque obviamente buscaba el triunfo. Pero no todos piensan igual, no hubiera sido lo mismo si Argentina no salía campeón del mundo.

Pero ganó y hoy todo es fiesta, todo es alegría, porque los argentinos necesitamos alegrías y necesitamos cosas que nos unan, y últimamente no abundan ninguna de las dos cosas.

Tenemos por delante un hermoso desafío, el plasmar en hechos concretos lo que tanto se proclamó en las últimas horas.

Si creemos en proyectos colectivos, tenemos que construirlos y no pretender imponer visiones únicas de la historia y mayorías circunstanciales.

Si creemos en los procesos, tenemos que idear proyectos a mediano y largo plazo sin pretender el efectismo cortoplacista.

Si realmente creemos que la selección masculina de fútbol pone en práctica valores destacables no tenemos que destacarlo solamente, tenemos que ponerlos en práctica fundamentalmente.

Ayer Argentina salió campeón y la alegría durará esta semana, alegría que se alargará un poco más por las fiestas de fin de año, pero la llegada de 2023 pondrá a prueba una vez más si somos capaces de poner en práctica lo que tantas veces valoramos en un grupo de jugadores de fútbol.

Si estamos dispuestos a ser Lionel Messi… pero también si estamos dispuestos a ser Gerónimo Rulli o Franco Armani que fueron parte del plantel y no jugaron minuto alguno en el campeonato. Si estamos dispuestos a ser Paulo Dybala, que jugó poco y entró en el último partido para ser uno de quienes pateó los penales decisivos. Si estamos dispuestos a ser Leandro Paredes o Lautaro Martínez, que llegaron como titulares indiscutidos y debieron ver gran parte de los partidos desde el banco de suplentes.

La selección argentina de fútbol masculino ganó el mundial y los argentinos, que somos muy exitistas, glorificamos y ubicamos en el parnaso de los héroes a un grupo de profesionales que son muy buenos en lo suyo y ganan mucho dinero por hacerlo.

Como nunca en la historia reciente los argentinos se volcaron a las calles a celebrar.

Porque los argentinos necesitamos celebrar.

Está en nosotros hacer todo lo que se deba hacer para que quien gane sea el país, y no sólo un grupo de millonarios corriendo tras una pelota.

De nosotros depende que lo que hoy se reconoce en los valores de la selección sean los valores de una sociedad, que sea un espejo en el que podamos mirarnos.